Ensayos sobre arte. Beatriz Zamora


Contenido, forma y color

            Una teoría del arte para funcionar tiene que estar enraizada en el éxtasis del paraíso terrenal y en una defensa total de la vida, de la hermandad, de la unión, del reconocimiento de que existe una sola semilla y de que ésta irradia hacia todos los fenómenos sociales, económicos y emocionales, así como en el ideal de un mundo nuevo. Un mundo que nace con el nuevo milenio, un mundo fresco, sano, limpio, alegre, puro. Para poder vivirlo hay que comprometerse, tomar la decisión de defender la vida, de apropiársela, de darle una oportunidad a la inteligencia verdadera, de expresarse. Ella tiene todo para guiarnos. Contenido, forma y color tienen su raíz en la fuente suprema del amor.
            El artista, al tener conciencia de la situación actual, de un mundo en crisis, tiene que tomar las riendas del poder y crecer: tomar su verdadera dimensión de hombre superior y anteponer sus pequeñas frustraciones y entender que los problemas,  las carencias o dificultades se nos imponen para aprender. Son  pruebas para continuar creciendo.
            El día llegó de tirar todo lo inútil y mirar al sol, de enloquecer y adquirir nuestra conciencia verdadera como seres cósmicos comprometidos con el universo, de auto-nombrarnos su mano y su voluntad. De ahí surgen las ideas y al pensarlas tenemos que insistir en ellas hasta el infinito. Si lo hacemos con humildad, llegará el concepto y tal vez la teoría nos será revelada. El trabajo y la disciplina nos entregara eso que corresponde a cada uno.
            El artista nació con la palabra grabada en el corazón.
  
Arte, idea e imaginación: la idea como eternidad
 
            El artista debe en principio ser cauteloso ante las formas conocidas o no reconocidas, debe ser sordo a las ideas de su tiempo. Sus ojos deben estar atentos, alertas y dirigirse hacia su vida interior.  Su oído debe prestar atención a la necesidad interior. La sabiduría interna contiene todos los contenidos filosóficos, las formas y las técnicas adecuadas a las necesidades de la vida. El relámpago creador de nuestra imaginación está siempre esperando la oportunidad para expresarse.
            La imaginación es una parte del orden creador que nos rodea. La imaginación del hombre es el puente que pone en contacto a la idea con la materia espiritual. Éste es el único camino para expresar la necesidad religiosa, si consideramos la religión como la posibilidad de religar o unir el cielo y la tierra, el agua, el fuego y el aire como el corpus de la vida.
Todos los medios son sagrados si son interiormente dictados por esa unión, si brotan de la fuente verdadera de nuestra verdadera naturaleza cósmica. Para ello, se requiere una reflexión seria y profunda que nos vincule otra vez para volver a ser niños. Para el niño querer saber es una asunto serio y busca siempre, por lo tanto, la verdad para aprender a moverse en la vida. El niño sabe cuando lo engañan, tiene una gran capacidad de sospecha y quiere la verdad. En la búsqueda artística de eso se trata, de dudar de todo, de no creer en nada. Se trata de volver a empezar, de desear otro mundo, de imaginar una nueva realidad.

El artista como hombre de fe. La fe como una ley omnipotente

            La fe es una ley cósmica y un poder. La fe es una fuerza que genera, que realiza la verdad. La fe realiza el milagro de ver y da seguridad en la oscuridad. La fe anula la soberbia y transforma al hombre sabio hacia estados superiores. La fe es hermana legítima de la paciencia y otorga la certeza. La fe da salud y es felicidad. La fe es la ley de la riqueza. Podríamos nombrarla como una ley de leyes. La fe es el tercer ojo, el que nos permite verlo todo, él que todo lo sabe, lo puede, y él que nos permite entender, es la gracia.
            El artista por su especial percepción está capacitado para leer entre líneas el futuro, teniendo siempre como punto de partida el presente.  Al hacer un recuento de la vida, utilizando la compasión y el amor supremo, al hacer ese análisis, el artista puede ver qué fue aquello que lo llevó a fracasar, tanto en su vida como en la de millones de seres. El artista de este modo puede descubrir qué ideas, qué necedades, fueron las causas de la miopía, de eso que destrozó la realidad y la volvió veneno. La mentira es la traición de la vida.

Lo espiritual en el arte

            Es asunto de todos nosotros la lucha para darle a la humanidad los medios para que pueda llevar a cabo su ascensión. El arte debe ser generado por un espíritu de grandeza para poder ejercer su influjo sobre la faz de la tierra.
            La naturaleza síquica del “hacedor” ha de sumarse a las fuerzas de la vida espiritual para transfigurarse en poder. La humanidad ha de ser un combustible de poderosa inspiración para que el artista consiga claridad. Del cielo emanan las fuerzas de la luz.
            Es tarea del artista disolver en la psique humana la idea de que “el creador” no está en cada uno de nosotros, de que el yo está desvinculado del universo o el cuerpo apartado del espacio. Esto ha tenido una repercusión enorme en nuestra mente y ha fomentado sentimientos de antagonismo exacerbando el individualismo. 
            El trabajo del artista del siglo que comienza es entender que posee una misión. El artista debe buscar la verdad. Sólo la verdad podrá dar la libertad de comprender y de ver que somos aire ó éter, fuego, agua, tierra, todos estos elementos incorporados por ese espíritu oculto que se revela en una necesidad de experimentación, de conocimiento de la perfección. Es tarea del nuevo artista coordinarse con el espíritu creador. La energía en sí misma es sabiduría y poder. El artista es un ser predestinado a influir en el corazón de la humanidad. Se trata de influir en el inconsciente colectivo para lograr la conciencia de hermandad y de fusión con todo.
            El ejemplo de la sabiduría de la vida radica en la elevación de lo primordialmente luminoso para disolver todo el pasado y empezar a purificar la vida. Si somos agua tenemos la capacidad de lavar y hacer una profunda limpieza. La casa de la vida necesita de todos, del canto de todos, del amor de todos, del cuidado de todos, de la alegría de todos, de la compasión de todos. La vida pide la dulzura de todos y el resumen de esa riqueza está en la humanidad.
            La vida le dio al artista las llaves para poder abrir las puertas del futuro. Aprendemos en la experiencia, sabemos que somos responsables entre aliento y aliento, entre pensamiento y pensamiento, entre palabra y palabra, que tenemos el sagrado poder de ver cómo la ley transmuta en el acto todo lo que no es belleza. El artista de este nuevo tiempo es el guardián de la belleza de la verdad y su arte ha de estar generado por un espíritu de pureza y de grandeza como el canto para el ser más amado.
            Lo más sagrado para un artista ha de ser la sagrada humanidad, hija del universo. El amor de la humanidad tiene que ser la llave de superación del artista, pues él es el contacto directo para trasmitir la paz, la armonía, la fuerza y la esperanza de eternidad.
            Las obras del creador han de ser un medio de meditación, de silencio, para conducir al camino del conocimiento de la ley y de todas las leyes cósmicas. La primera ley del universo es el amor. La vida es amor por excelencia, es la expresión espiritual de la naturaleza: nuestra entrañable unión con los elementos. El fuego es el ángel custodio de nuestras vidas, el fuego es la esencia del amor, el amor es la esencia de nuestra naturaleza cósmica y divina, ella radica en el corazón. La razón del corazón es convertirnos en ángeles poderosos. Somos invencibles, somos la conciencia colectiva, somos uno, somos humanos: árbol y  relámpago. El trueno cierne las cenizas del terror y siembra un nuevo silencio, en  el sagrado intervalo entre el pasado y el presente se instaura la conciencia colectiva. La conciencia humana, en ese segundo, queda borrada la multiplicidad para instaurarse la humanidad.
            Tal vez el lenguaje cambie y digamos: yo soy la vida y la conciencia de todo el poder, yo soy la inteligencia suprema, yo soy la belleza, yo soy la verdad, yo soy la libertad, yo soy la riqueza, yo soy la felicidad, yo soy tú, tú eres yo: todo eres tú.
            El milagro es siempre y desde siempre que buscamos. La vida es abundancia en todo lo que nosotros queremos, es y ha sido todo. Ha funcionado como el primer día. El milagro está en cada segundo, en la respiración. El arte es la forma más efectiva de incidir en la conciencia colectiva.
            Lo espiritual en el arte es la encarnación del espíritu en la materia.
            El único medio de conexión directa con la realidad, con la belleza y con la verdad, es el divino aliento. Lo espiritual en el arte deber insuflado por el poder que conecta las galaxias y que es sin duda el corazón de la madre oscura.

La belleza como poder 

La belleza es el mundo de la verdad, es una ley, es la vida misma. El gran escritor inglés John Keats (1795-1821) en la Oda a una urna griega escribe: 

                                   Cuando la vejez consuma esta generación,
                                   tú permanecerás, en medio de la aflicción
                                   que no es la nuestra, amiga del hombre, para decir:
                                   La belleza es la verdad, esto es todo
                                   lo que sabes de la tierra, todo lo que necesitas saber."
                                   (Fragmento)
           La belleza es la verdad. La verdad es la belleza y eso es todo lo que sabes en la tierra y todo lo que necesitas saber.
            La belleza es un estado de gracia. La gracia más elevada no consiste en adornos sino en el surgimiento de la materia original que luego será embellecida por la elaboración de la idea, del contenido, y de la forma fundamental.
            La belleza es el fundamento de la estructura social, la generadora de acción, el yacimiento de todos los actos, de todos los sentimientos y el reflejo de todas las conductas cuando los actos son hermosos. Se les puede contemplar y esa contemplación crea una unión con nosotros mismos y con los demás. Sólo entonces será posible en la vida descubrir el manantial de la belleza y ese sentimiento nos ligará al universo. Todo ello nos da la felicidad y la conciencia de poder.
            La belleza es una guía y el influjo más radical y auténtico. Si las manifestaciones expresivas son auténticas es porque la belleza es el influjo que emana de la conciencia superior. El artista es la mano, es el medio. La vocación es solamente una predestinación. El artista está predestinado a influir en la conciencia de la perfección en el corazón de la humanidad. Ser artistas es una responsabilidad enorme. Su deber más grande es sembrar las semillas más poderosas para la supervivencia de la especie y la conservación de toda la naturaleza.
            La belleza es un poder para el artista. Es la gracia que lo transformará en invencible. La belleza es el espejo humeante que mostrará la verdad en todo, servirá para conocer la naturaleza como el secreto de la incorruptibilidad. La belleza es una llave de oro. Cuando se contempla la verdadera forma se gana la gracia de la belleza y el mundo se transforma al entrar al mar de las emanaciones del corazón de la vida. La posibilidad de los cambios está determinada por la belleza.          
            El artista es el primero que tiene que someterse a un proceso de cambio y de purificación mental, espiritual y físico. La gracia de la claridad dará la sinceridad de la armonía. El amor es el contenido de la justicia y de la forma. La belleza es el contenido y el valor de la forma verdadera.
            La belleza es una herramienta muy poderosa y efectiva, primero porque acelera procesos internos de evolución, nos sacude, nos cierne y nos ayuda a evitar la estupidez, hace que el poder del amor funcione. La belleza nos une a la humanidad, nos convierte en su bandera, pone a funcionar la libertad. Sólo cuando funciona la belleza, la verdad y el amo, la libertad aparecerá para transfigurarnos en la fe de la vida y la esperanza del universo. Todo ello se da si la vocación es verdadera. La vida sólo pide que esto se acepte y ella estará ahí para realizar su parte. La vida es móvil y activa. La vida es sabiduría plena y si nos cree dignos nos ofrecerá su ayuda. Misteriosamente llegará para iluminar el camino que nos tiene designados. Ella nos revelará y nos fortalecerá con todo lo que se requiera. La vida es absoluto poder y sabiduría. La fe en la vida es necesaria para que todo suceda como en un milagro. Si confiamos y sabemos que somos su mano, sus ojos, su voluntad, ella se manifestará para guiarnos.
            El artista trae escrita una palabra en el corazón y esa palabra es parte del conocimiento histórico. Sólo se requiere de tiempo para que ésta se manifieste. Esa palabra tiene que ser un acelerador para el proceso de la evolución de la humanidad, una energía para su sobrevivencia en la tierra, así como el valor para aceptar la misión. El paradigma del conocimiento lo otorgan la belleza, el amor y la verdad.

El ejercicio de la libertad

            Está claro que Dios ha garantizado por medio de nuestra razón, la libertad del hombre. La libertad es una ley y el conocimiento de la ley es la verdad.
            La libertad es un derecho de nacimiento. Jamás podremos perderla si es bien utilizada. El mal uso de ésta no puede estar enraizado en nuestro ser. Todos los hombres vivimos y tenemos nuestro ser en la ley eterna. El conocimiento de la ley divina y su obediencia significan para el hombre su felicidad. La desobediencia, su ignorancia o su negación, significan dolor. El hombre cuando desarrolla la razón busca por sí mismo el bien supremo.
            ¿Qué es lo que realmente evoluciona en nuestra consciencia de ser? Está claro, la libertad de pensar, de decidir y de obrar. He ahí la posibilidad de evolucionar. El problema más grave y delicado que tiene el artista es el uso de su libertad personal. Las decisiones de un artista afectan a toda la humanidad, a la vida y al universo.           
            Antes dije que el artista nació con una palabra grabada en el corazón, por lo tanto es seguro que existe una fuerza poderosa en su vida que lo guiará. Esa palabra es la razón del predestinado, esa también es su fe, la que lo conducirá como el creador de un mundo nuevo y la que creará asimismo condiciones que serán paralelas a las del universo. De este modo la fe y la esperanza, le darán la fuerza y el valor para pensar y volver a pensar infinitamente.
            ¿Cuál es la palabra del artista, qué significa? Esa comprensión le revelará la magnitud de sus actos y las consecuencias de estos. Se requiere poner en práctica la ley del amor para entregarse a las manos del amor. Se requiere de una entrega total, del abandono del ego. Se requiere de una integridad total, de una honestidad a toda prueba, de estar por encima del estómago, del sexo y del poder social. Se necesita vaciarse, deshacerse de todas las trampas. Para esto se exigirá humildad profunda, esperanza profunda, conciencia profunda en que todo en verdad depende de la fe, en que podemos, en que nacimos para eso. Se requiere tiempo de preparación, se requiere un análisis hondo de todo, de objetividad, se requiere perderlo todo, quedarse solo. Se requiere ir más allá de todas las apariencias, pero si tenemos verdadera vocación, ahí se notará la ley de la fe, la ley del amor. La alegría también es una ley de la vida que hay que aprender a echar a funcionar. Se requiere ponerse a trabajar en todos los aspectos, profundamente y seriamente, hasta que un día, el menos esperado, el universo regale la revelación, la sabiduría divina que mostrará cuál es el contenido, cuál la forma, cuál la técnica, su significado y su trascendencia. Así quedaran resueltos todos los problemas para siempre. Es así como se obtiene el privilegio para el que uno fue elegido, como se sabe que uno vino a dar algo a la humanidad. Allí toma dimensiones y se torna invencible e incorruptible.
            El artista es responsable de la vida. Él es responsable de la prosperidad o de la desgracia humana, él es responsable de cada línea, de cada sentido, de cada forma. Así se forjará el futuro. El artista es responsable de la manera de ver, de oír, de sentir, de decir y de hacer de toda la humanidad.
            En este momento sufrimos la crisis de la cultura. La humanidad sufre todas las calamidades, aprendió a pensar mal, a sentir mal y hacer mal. Tenemos una humanidad en una situación muy dolorosa y en una encrucijada mortal. Es urgente y preciso recordar que la verdad nos liberará. Es preciso revalorizar las leyes de la vida y del universo. Ha sido una terrible mentira, esa de que cada uno puede actuar como quiere o como le guste. Todo está sujeto a las leyes del universo y de la vida. Hay una cosa que debe ser tomada en cuenta como algo indispensable: vivimos en un universo y aunque pareciera que estamos a una distancia enorme de él, estamos en él, vivimos en él. La libertad funciona milimétricamente, es exacta, no se le escapa ni un pensamiento ni un suspiro. Esta ley es infalible e inmutable. Hay que darse cuenta de que todo lo que nos rodea se encuentra regido por leyes. El conjunto de estas leyes dan felicidad, armonía y eternidad. El ejercicio de las leyes regulas los movimientos de todas las formas.  
            ¿Qué derecho tienen los “artistas” de actuar bajo capricho, al antojo de su ego, de hacer lo que se les venga en gana?  Eso es muy peligroso. La responsabilidad más grande que conozco es la del artista, es uno de los asuntos más delicados de la humanidad.

La   idea   como   eternidad
 
El libro del Génesis empieza diciendo: “En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Así, de la idea nace el pensamiento y la palabra, son la primera triada de la creación, del universo. Por ello la primera ley cósmica incluye siete cualidades que en su práctica se convierten en siete virtudes: inteligencia, sabiduría, amor, verdad, belleza, libertad y poder.
            Los siete requisitos que tiene toda virtud son:
Inteligencia: decisión y poder de elección; Sabiduría: saber, entendimiento y búsqueda; Amor: pureza, gratitud y fe; Belleza: fuerza de voluntad y esperanza;  Verdad: felicidad y armonía; Libertad: todas las posibilidades al infinito; Poder: realización total.
            Las ideas, los pensamientos y las palabras tienen el mismo origen y un poder inmenso e importancia crucial. Ellos son una propiedad mágica para quien los piensa y los dice. Son el parámetro para poder saber si esto o aquello es una buena idea. Si la idea tiene esos siete principios nos volverá seres virtuosos. Si la idea es original dará un origen a su especie y llevará en sí la semilla de la evolución.
            Conciencia e información dinámica son inseparables del espacio ilimitado, es lo infalible y el campo global de la verdad. La totalidad de la magia es simplemente la sistematización de la ley de correspondencia o interacciones entre los distintos campos de información que existen.
            La claridad de conceptos en ideas es lo más poderosos en la vida. Es la magia más poderosa, es buscar ser lo que uno quiere ser, tener lo que uno quiere tener, y hacer lo que uno quiere hacer. Con esos siete principios empezaremos a comprender la triada de la creación y sus siete leyes.
            La comprensión de la eternidad nos arraiga en la vida, nos hace seres virtuosos con cualidades poderosas. Las leyes cósmicas nos convierten en seres conscientes de su naturaleza y nos hace seguros de su propia vida. La idea de la eternidad pide urgentemente ser comprendida y es necesaria iluminar nuestro entendimiento.
            Las ideas nacen en el instante en que nace el universo y el tiempo. Todos nacimos con el mismo mantra, con el mismo ritmo, con el canto, con todas las lenguas, con todos los poemas, con todas las formas, con todos los colores, las historias, con todas las sinfonías y todos los llantos.
            La idea de la eternidad tiene tal urgencia de ser comprendida que se convierte en permanentemente en la conciencia total de cada forma, se transforma en tierra, en el agua, en el fuego, en el aire y en todos los pensamientos y en todas las rosas múltiples colores y tamaños. Todas las plantas guardan la misma idea, el mismo perfume, así también los demás seres vivos, cada hoja huele al árbol del que se desprendió, cada semilla ha tendido un lazo hasta el infinito. Todo posee su potencial de eternidad.
            Cada hombre tiene una palabra escrita en el corazón y allí nace su razón de ser y de actuar. Ahí empieza su destino. Lo mismo sucede con las demás especies. Cada ave es millones de especies y también son el espejo de la eternidad. Una hormiga es millones de hormigas. Cada especie tiene el secreto de la eterna evolución. Cada gota de agua también tiene su destino. Todo es agua y todo es canto decantado en su destino.  
            A la vida le urge conocerse y convertirse en su propia conciencia.           
            La inteligencia de la sabiduría es una constante en movimiento, se desplaza a años luz en el aire, en el fuego, en el agua, en el sistema solar y en cada galaxia, en cada partícula, en cada átomo, en el sistema nervioso de todos los seres vivientes. Se manifiesta en todo lo visible e invisible. Todos participamos de la misma esencia, todos estamos enraizados en la misma razón, en el anhelo de una idea. Todos somos  destino, todos somos la idea de la eternidad.
            Somos seres lúcidos y videntes pero nos resistimos a ver la realidad. Nos aterra la belleza, esa grandeza sublime de la verdad. Las ideas han nacido de la felicidad eterna y están enraizadas en nosotros, dentro de cada partícula, dentro de cada átomo. Somos el resumen de la inteligencia sagrada. Somos su perfección, su ideal de evolución. Allí nace el problema del artista. Dije ya que el artista nace con una palabra secreta en el corazón y que ésta idea incluye siete principios  con sus siete leyes y sus siete virtudes. Esa es la base para encontrar la palabra que lo conducirá a su destino. He ahí el camino hacia la formación de una nueva cultura, de la vida marcada por ideales, de la  grandeza, de la salud, de la alegría, de la paz para la tierra. Una cultura que nos haga nacer libres de miedo, de agravios y de rencor. Una cultura que vuelque a la humanidad en sí misma, que la llene de esperanza. Una cultura que diga la palabra verdadera de todos:
            Nací para amarte vida, nací para adorarte, nací para descubrir tu palabra, el negro, por esa idea nací, y por esa idea nació la vida. Por una idea nació Teotihuacan, por una idea nació la gran pirámide de Egipto, por un ideal nacieron todas las oraciones y todas las canciones, y por muchas ideas que faltan y que todavía la vida espera. Por todas las ideas de los artistas que llenaron el mundo de grandeza, de belleza y de verdad...

                                                                                          Julio de 2000